lunes, 13 de julio de 2009

Etapa 3. Rabanal del Camino - Ponferrada



Esta mañana nos hemos vuelto a levantar a las 5:30 para poder comenzar otra etapa, de la que ya nos habían avisado que ibas ser dura, y no porque subíamos a la cota más alta de todo el Camino, sino por la dura bajada.

A las 6:10 horas abandonábamos el albergue de Rabanal del Camino, acompañados de un japonés que se llama Taka (al menos eso es lo que hemos entendido.

Hacía mucho más frío que otras mañanas y hemos que tenido que utilizar ropa de abrigo, la temperatura era bastante baja y además corría viento, con lo que la sensación térmica era aún más acusada.

Comenzamos nuestro ascenso y pasamos por Foncebadón ya con niebla. Foncebadón es una agrupación de 10 ó 15 casas, la mitad de ellas en ruina y con un albergue pequeñito pero que debe de estar muy bien, por la situación y las vistas hacia el valle. Hoy el paisaje era totalmente distinto al del seco Páramo.

Hemos continuado nuestro ascenso buscando Monte de Ferro, que corresponde con la foto que hoy nos ilustra.

La costumbre es la de dejar una piedra a los pies de la cruz y pedir un deseo. Si os fijáis bien todo lo que hay alrededor es un gran montículo de piedra de 2 ó 3 metros de altura.

Yo he dejado una por mí, otra por mi mujer y otra por mi hija y he pedido un deseo también por cada una de ellas.

A partir de ese momento hemos comenzado a bajar y ha sido cuando ha venido lo duro, por un camino de montaña entre rocas de pizarra que se iban clavando en los pies.

A media bajada hemos parado a desayunar en un precioso pueblo que se llama El Acebo, donde en mitad de la calle un paisano estaba ordeñando una cabra, las mujeres se asomaban a los balcones y donde en casa Josefina nos hemos comido un bocata de tortilla de queso con pan de pueblo que nos ha sabido a Gloria.

Una vez repuestas fuerzas hemos seguido el descenso de la misma forma por un sendeo tortoso, por mitad del bosque pero totalmente distinto al de otros días, mucha vegetación, frescor y cantos de pájaros.

Al final del descenso llegado a Molina Seca a unos 8 kms. de Ponderrada, otro pueblo que se quedó en otro siglo, muy bien cuidado y con mucho encanto.

Ya quedaba cerca nuestra meta, o al menos eso creíamos. Desde que sales de Molina empiezas a ver el polígono de Ponferrada pero no llegas nunca, subes, subes, lo ves ahí pero no llegas. Te llevan por un camino que circunvala la ciudad y siempre se te queda a tu derecha y no llegas, paralelo al río y no llegas. Por momentos llega a ser desesperante hasta que comienzas a girar a la deecha atraviesas un pequño pueblo que se llama Campo y ya lo tienes en las manos.

Cruzas un puente para el río y otro para una carretera y ya estás en el Albergue.

Cuando hemos llegado era la hora de abrir el albergue, las 2 de la tarde y es cuando ves la picaresca de la gente. Se notaba perfectamente quien había hecho la etapa a pie y quien en autobús, taxi o haciendo autostop.

Realmente fastidia por sabes que has ido dejando gente atrás que pueden después tener problemas para alojarse, es el único de Ponferrada, aunque después hubo sitio para todos.

Después de una ducha hemos comido y rápidamente a la siesta porque el cuerpo y sobre todo los pies, pedían descanso.

A la tarde lo de siempre, comprar para la cena, charla con otros peregrinos, cena rápida y a la cama que a las diez y media apagan la luz. Yo estoy escribiendo desde la cama , que es todo un lujo habitaciones para 4 personas.

Mañana volvermos al Camino aunque todavía no sabemos en el puebo que terminaremos, todo depende de las fuerzas que tengamos, porque el cansancio ya se va acumulando.

Se me olvidaba, a las 8 de la tarde ha llegado un matrimonio con la hija después de haber recorrido 55 kilómetros ..... anadando era digno de ver la cara de la mujer y después los talones de la hija, le faltaban trozos de piel, una pena.

Os dejo que el sueño me vence y se me cruzan las teclas del teléfono.


Buenas noches

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